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Nuevos dispositivos de lectura

by Infocerámica

Poco a poco se van aclarando algunos de los usos de los nuevos dispositivos que van surgiendo sin tregua. Lo que hace unos meses parecía que sería el sistema de lector de libros electrónicos definitivo (con el kindle como modelo) lleva camino de ser un aparato especializado para leer literatura, mientras para el acceso a contenidos multimedia, webs y también revistas gráficas o libros ilustrados el futuro parece ser de las “tabletas” táctiles.

Puede parecer un exceso tener dos aparatos para dos usos tan parecidos, pero desde luego es más práctico que tener una librería y un kiosco de prensa cerca. La comodidad de los libros electrónicos está ya más que contrastada y es perfecto para el lector de libros de bolsillo, por la capacidad de carga y usabilidad.

Pero los libros de arte en general y de cerámica en particular son en su inmensa mayoría libros ilustrados, en los que la calidad de las fotografías es de vital importancia. Y ahí es precisamente donde las “tabletas” táctiles presentan sus mayores ventajas: además de la lectura secuencial del texto nos ofrecen la posibilidad de ver galerías de fotos, ampliarlas, ver vídeos u oir audios, además de interactuar con el libro: reenviar contenidos, guardar datos, acceder a los enlaces incluidos en el texto, imprimir lo que queramos, etc.

Wladimir Vivas (Publicado en Revista Cerámica, Núm. 119, pág. 66)

Puede que esto no sea lo que tradicionalmente se ha entendido como “libro” o “revista”, pero se hace difícil encontrar desventajas en cuanto a la experiencia del lector. Por supuesto, ya está totalmente descartado el discurso de la diferencia de contenidos, ya que los periódicos y revistas online ofrecen, al menos, el mismo que la edición en papel, y es de esperar que ya nadie confunda “contenido” (la obra), con “continente” (papiro, copia manuscrita, incunables, impresión tradicional o formato electrónico).

En ocasiones se habla en términos de un pretendido “romanticismo”, pero no debemos engañarnos, cada época tiene su propio romanticismo. Hoy en día sólo unos pocos demandan el tacto o sonido de los discos de pizarra, o el proceso químico en la fotografía; en el futuro, probablemente, seguirá habiendo libros y revistas en papel, pero como una opción más entre las actuales y las que sin duda irán apareciendo. Es el signo de los tiempos en que vivimos, nada es inmutable y todo mejorable, sobre todo lo que nos acompaña ya desde hace siglos.

Debemos hacer un esfuerzo por desechar fobias y filias y asumir, como lo hacen los “nativos digitales”, la multiplicación de canales de comunicación y la perdida de la jerarquización: rebatir a los los “super-expertos” es también una forma de ampliar el debate de ideas y el conocimiento.

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