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Vassil Ivanoff (1897 – 1973)

by Infocerámica

En la pasada edición de Ceramic Brussels pudimos ver el stand de la Galerie Anne Sophie Duval, de París, que estuvo dedicado en exclusiva al recuerdo del ceramista búlgaro/francés Vassil Ivanoff que fue un revolucionario de la cerámica francesa

Las múltiples vidas de Vassil Ivanoff

Wladimir Vivas

Vassil Ivanoff nació el 10 de febrero de 1897 en Veliko Tarnovo, Bulgaria, en el seno de una familia particular: su padre era músico militar en Varna y su madre, hija de un sacerdote. Fue el menor de dos hermanos. El mayor, Sava, se dedicó a la pintura de paisajes y algunas de sus obras están hoy en la Galería Nacional de Arte de Bulgaria. Vassil también siguió el camino artístico. Creció entre Veliko Tarnovo y Varna, y cuando terminó la secundaria, estudió pintura, diseño gráfico y escenografía teatral en la universidad.

En 1917, lo reclutaron como suboficial para combatir en la Primera Guerra Mundial, en el frente de Macedonia. Allí coincidió con Stoyan Dolmov, un compañero que más tarde lo describió como un tipo culto, apasionado por el arte, con una personalidad arrolladora y un talento innato.

Cuando terminó la guerra, Vassil empezó a dar clases en un pueblo cerca de Varna, pero pronto abandonó la enseñanza y se embarcó literalmente: trabajó como fogonero en un barco que lo llevó por el Mar Negro y el Océano Índico. En 1922, buscando nuevos horizontes, decidió dejar Bulgaria y se instaló en París, la capital mundial del arte en aquel entonces.

Al llegar a Francia, hizo de todo un poco: trabajó en una mina, pintó casas, decoró telas, fue fotógrafo para una revista, e incluso abrió su propio estudio de fotografía artística. Durante ese tiempo, conoció en el sur de Francia a Henriette Moser, una joven estudiante de arte que pertenecía a la prestigiosa familia Moser, famosa por sus cristales de Bohemia. Se casaron en 1927 en Marsella y, tras una luna de miel en Córcega, Vassil comenzó a trabajar como decorador. Luego, la pareja se mudó a París, donde tuvieron dos hijos: Ivan y Anya.

En 1930, Ivanoff obtuvo la ciudadanía francesa y durante la década siguiente estudió pintura y escenografía en varias academias parisinas. En 1943, paseando por los Jardines de Luxemburgo, conoció a Denise Roux, una joven estudiante de derecho, mucho menor que él, con quien más tarde compartiría su vida. Denise sería clave en la difusión de su obra: escribió sobre él, fundó una asociación con su nombre y transformó su casa y taller en museo.

La vida de Ivanoff dio un giro radical en 1945. Un día, caminando por las orillas del Sena, encontró en una librería un libro del ceramista inglés William Lee, El arte de la cerámica. Aquel descubrimiento lo marcó profundamente: dejó a su familia, su apartamento en la lujosa Place Vendôme y la vida parisina para mudarse al campo, a La Borne, un pequeño pueblo ceramista cerca del Loira.

Primero se estableció en Saint-Amand-en-Puisaye, un lugar con una rica tradición cerámica. En pocos meses se dedicó por completo al barro: hacía preguntas, observaba, aprendía con intensidad y una intuición excepcional. Luego se mudó definitivamente a La Borne, compró una casa y construyó su propio horno de leña. Denise lo acompañó también en esta nueva etapa.

En La Borne, Ivanoff revolucionó la cerámica. Mientras otros ceramistas limpiaban la arcilla como si buscaran oro, él prefería dejarla “madurar”, conservando sus impurezas naturales, a las que atribuía una fuerza vital. Aplicaba los esmaltes sobre la pieza cruda, guiado más por la intuición que por recetas. Uno de sus acabados más admirados era un profundo y brillante rojo conocido como “sangre de toro”.

Alto, apuesto y generoso, Ivanoff fue muy respetado por sus colegas. Su trabajo no pasó desapercibido: en 1951 recibió una medalla de oro en la Exposición Nacional de Artes y Oficios del Museo de Arte Moderno de París. Expuso regularmente entre 1948 y 1972 en distintas ciudades de Francia, y sus obras viajaron por el mundo: Río de Janeiro, São Paulo, Ámsterdam y más allá.

Denise lo recordaba como un hombre que impresionaba: su porte, su mirada azul e intensa, su presencia. Decía que su creatividad venía de todas partes y de todos los tiempos. Él mismo decía: “Tuve suerte con la arcilla; ojalá quede hermosa. Es como si sacara algo de mis raíces”.

En 1962, Ivanoff y Denise visitaron Bulgaria: pasaron por Veliko Tarnovo, Debelets (donde vivía la familia de su madre), Varna, Sofía y otras regiones del país. Soñaba con exponer en su tierra natal. Falleció el 15 de junio de 1973 en París, y como él había deseado, sus cenizas fueron enterradas en el jardín de su museo, junto a una de sus figuras femeninas de cerámica.

Años después, en 1979, se fundó una asociación para preservar y difundir su obra, apodándolo el “Picasso búlgaro”. En 1988, su casa y taller en La Borne se convirtieron en museo privado. A pesar de estar a solo unos metros de distancia, se encuentran en dos municipios distintos, y ambos aportan fondos para conservar su legado. En 1996, su horno y estudio fueron incluidos en el inventario de monumentos históricos de Francia.


Pieza de cerámica de Vassil Ivanoff Pieza de cerámica de Vassil Ivanoff Pieza de cerámica de Vassil Ivanoff Pieza de cerámica de Vassil Ivanoff


www.annesophieduval.com


Se prohíbe el uso de texto y las imágenes de este artículo, que se publican en Infoceramica exclusivamente para la promoción de la obra del artista, queda prohibida su reproducción sin permiso expreso. Infoceramica agradece a la Galerie Anne Sophie Duval por la ayuda prestada para la realización de este artículo.

Fotos: Maxime Riché except for the pair of vases who are by Romain Forquy.


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