
Con motivo de la exposición dedicada a la alfarería de los Murciego, artesanos e la localidad segoviana de Coca, que el viernes 12 de diciembre se inaugura en Madrid, traemos un antiguo proyecto de Pepe Murciego, comisario de la exposición y familiar de los alfareros homenajeados
NO COMEMOS BARRO
Un proyecto de Pepe Murciego
“Alfarero que no mancha sus manos. Alfarero por tradición familiar que nunca aprendió a utilizar el torno, ni domina el modelado. “Alfarero” del cuerpo, desde el arte de acción. Fabricante de “cacharros”, desde la edición experimental y rara. Herramientas y barros de diferente apariencia, pero similar sangre. Mi apellido y mis manos me delatan. Pertenezco a Los Murciego: Martín y María, mis bisabuelos; Guillermo y Germana, mis abuelos; Gabriel y Luis, mis tíos; sin olvidar a mi padre José y al resto de hermanos y hermanas. Me mancharon la nariz de barro infinidad de veces cuando era niño y aquí continúo juguetonamente marcado, rindiéndoles tributo y homenaje, utilizando sus armas”.
(Pepe Murciego)
NO COMEMOS BARRO fue la respuesta dada por Gabriel y Luis a una paisana descontenta por el precio de un cántaro, botijo o cazuela. Engañoso e incomprensible reproche hacia el trabajo artesano de dos hermanos que vivieron siempre de manera desmesuradamente modesta. Una vida austera, sin lujos, más allá de las joyas de barro salidas de sus suaves manos alfareras. “Los precios del alfar de Los Murciego estaban entre los más bajos de España. Bajísimos. Vendían el cántaro, la pieza más voluminosa, por cincuenta pesetas, mientras que en otros alfares el cántaro multiplicaba su precio por cuatro o por cinco. Para subsistir habían anclado los precios, como si el mundo se hubiera parado” (Ignacio Sanz). Un mundo y un paisaje detenidos en el alfar familiar de la Villa de Coca, Segovia. Un poderoso eslogan que ayer y hoy clama la reivindicación tenaz de una manera de vivir diferente, no siempre comprendida.
El proyecto NO COMEMOS BARRO, rinde homenaje y memoria, a través de sus herramientas, utensilios y elementos de trabajo, al desaparecido taller alfarero familiar de Los Murciego, ubicado en la villa segoviana de Coca, desde 1907 hasta los primeros años el siglo XXI. Un proyecto, aún en proceso, que comprende una pieza de arte instalación, una serie de piezas audiovisuales de arte de acción y música, activadas por diferentes artistas en el alfar caucense, y un experimental libro de artista, aún inacabado.
Hasta el momento, NO COMEMOS BARRO ha contado con los/as artistas de acción Nieves Correa + Abel Loureda, Ana Matey, Roxana Popelka, Yolanda Pérez Herreras y Pepe Murciego, y el músico caucense Mariano de Diego.

