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Exposición de Raquel Sanz

by Infocerámica

Foto personal de Raquel Sanz junto a su instalación cerámica

Durante el mes de noviembre se puede visitar la exposición de Raquel Sanz en la sala de exposiciones de la Escuela de Cerámica de La Moncloa, en Madrid.

Con motivo de esta exposición charlamos con Raquel, que nos detalló la forma en que surgió este proyecto, su realización y motivaciones. Pero Raquel Sanz ha tenido la deferencia de escribir y compartir con todos los que se acercan a su exposición estas aclaraciones, que permiten contextualizar su trabajo. Reproducimos a continuación este texto, ya que recoge con detalle todo lo que a su vez nos contó de palabra:

“En primer lugar quiero agradecer a Álvaro su generosidad durante los años en que ha sido mi maestro, he aprendido muchísimo de él y no dejo de hacerlo cada vez que vengo. Gracias a él, a Ana y a la escuela en general por ofrecerme la posibilidad de mostrar un proyecto aquí, en su sala de exposiciones.

Hasta hace dos años he sido alumna de esta escuela, en el taller de Álvaro, y durante otros tantos años he realizado cursos en la escuela Francisco Alcántara. De hecho las nombro separadas, aunque para mi son un todo. Así que como muchos de vosotros siento este lugar tan privilegiado casi como propio.

Sin embargo el año pasado llegó mi hora de volar, de independizarme. Aquí podría haber seguido toda la vida, ya que el aprendizaje, en el fondo y tras tantos años, no había hecho más que empezar. Pero aún así, pensé que era momento de aprender desde otro lugar. A propuesta de mi compañera Isabel, a la que conocí aquí en la escuela y con la que he compartido cursos, exámenes y residencia con una beca leonardo en el extranjero, montamos un taller. Estamos muy contentas. Es un espacio de libertad muy apto para la creación.

Es en esta nueva circunstancia dónde surge este proyecto.

En las vitrinas del vestíbulo he situado, por llamarlas de alguna manera, dos instalaciones cuyas piezas han sido realizadas en las dos escuelas. Las voy a explicar brevemente:

En la vitrina pequeña,” la belleza está en la cabeza”, es una composición hecha a base de retales y ruinas que pretende comunicar la idea de que la belleza no es un concepto estático, una norma, es una idea fugitiva que está en el ojo del que mira. Sólo la cabeza es capaz de transformar material a priori desechado en la posibilidad de un hermoso paisaje.

En la vitrina grande, el “gabinete de curiosidades”, es una tontería, es un juego, son mis objetos favoritos, creados o encontrados y manipulados por mi, que explican mi forma de trabajar, que, como si fueran fotos me recuerdan perfectamente la situación en la que fueron generados, dónde, cuándo y quienes me rodeaban. Un poco están ahí haciéndome compañía en este momento y de alguna manera son antecedentes del proyecto que está en la sala.”

Instalación cerámica de Raquel Sanz

En la sala de exposiciones encontramos el proyecto “Tú y yo”, que también según la artista es “el resultado de una combinación, (…) Retomando el viejo sentido del “tú  y yo”, juego de café para dos, con este proyecto quiero comunicar la idea de que las relaciones son siempre una combinación de dos individualidades; dos universos que funcionan por separado, pero que, combinados, es posible que ganen, que sus cualidades se vean resaltadas, a veces por afinidad y otras por oposición.

Pieza de cerámica de Raquel Sanz

Para ello he creado estas unidades individuales, tratando de romper con la cada vez más extendida vocación uniformadora del diseño actual, una tendencia que nos aleja de la posibilidad real de elección.

Subyacen en este proyecto, por tanto, varias ideas que me gustaría comentar, algunas iniciales y otras que se han ido sumando durante el proceso:

En un inicio hay un poco de revolverse cuando en un momento dado leo en un folleto publicitario que comprando cierta cantidad de vasos la unidad te sale a 0,12 céntimos, ¿cómo es posible? ¿a costa de qué?. Hay un deseo de competir contra esta situación. Concibo pues la idea de realizar vasos seriados, es decir, trabajar como una máquina  pero dejando en la superficie la presencia del artífice, osea, de mi y mi libertad e independencia creativa; cosas ambas de las que no es capaz de dejar huella una máquina.

Instalación cerámica de Raquel Sanz

Así llegamos a la forma: un cubo. Es un forma básica, sencilla a la hora de realizar el modelo y el molde; quizás no muy ergonómica ni muy apta para ser usada como vaso, tal vez sea esta la razón por la que no ha sido empleada por la industria; sin embargo, para mi se presenta como una forma suficientemente apropiada para contener líquidos. Lo que estimo más importante en este momento es la posibilidad de obtener cuatro caras en las que dejar mi impronta. Este es un hecho revelador, ya que no tiene nada que ver pintar sobre superficies curvas que sobre planos. Aunque estos sean pequeños, cada cara mide 6 × 6 cm, han sido abordados por mi y dentro de mis posibilidades, como si de grandes lienzos se trataran.

Instalación cerámica de Raquel Sanz

Este es otro punto que quiero destacar de mi trabajo: puede que tenga que ver con mi propio tamaño o con el espacio que habito, o quizás por economía de medios materiales, gastos energéticos, etc, me gusta trabajar con formato pequeño.  Considerando la belleza como algo que lo mismo puede existir en la cosas más humildes que en las más exquisitas, en los grandes objetos como en los diminutos, y puesto que parto de un objeto seriado cuya individualización va a venir dada a través de cierta experimentación con el color, para mi es más fácil aventurarme en lo pequeño. Puesto que no repaso, ni retoco, ni retrocedo, cuando algo sale feo, si es pequeño no es menos feo, pero sí es una fealdad que ocupa menos sitio. Si sale bien, será una hermosura poco invasiva.

Instalación cerámica de Raquel Sanz

El hecho de añadir a la forma cúbica un tacón deriva de pretender que se apilen como unidades mínimas de construcción, y así poder componer con ellos, como si de piezas de lego se tratara, grandes torres o murales. Finalmente, debido a su frágil estabilidad (el lego es plástico y esto es loza) desisto de las grandes apilaciones y hallo una solución de composición en el “tú y yo”, reduciendo la combinación a dos pero introduciendo un nuevo concepto en el proyecto, y es la combinación que se da en cualquier manifestación humana entre un tú que crea y un yo que observo, o viceversa.

En este punto quiero hablar de la cantidad; cuando decido hacer cuatrocientos es al principio, cuando llevo siete u ocho, estoy contenta, preveo una gran hazaña, yo también puedo trabajar deprisa, puedo competir con la máquina, no calculo a cúanto saldrá la unidad, lo que me importa es hacerla realmente única. Por el camino me voy dando cuenta de que es una lucha estúpida, la industria hace muy bien su trabajo,a mi me ocurren desgracias,no tengo un dominio de la técnica tan exahustivo, yo no puedo ni quiero competir. ¡Qué alivio! Me centro en mi objetivo de experimentación con el color, sin prisas, sin pensar en costes de producción, ni valor de mercado, ni normativas éticas, ni estéticas, ni máximo rendimiento ni “leches”. Simplemente hacer los cuatrocientos me parece un buen ejercicio de extenuación, de ir hasta el final.

Instalación cerámica de Raquel Sanz

El método es el siguiente: tienes diez, doce, veinte objetos, desmoldeados, secados y lijados, igualitos salvo imperfecciones; y por otro lado, los colores, óxidos silicatados mezclados con la propia pasta o sólo con agua. Y entonces te dispones a pintar. Lo que haces en ese momento está ligado tanto a la experiencia como a la intuición, es irrepetible, cada uno te va llevando al siguiente, dependiendo de los hallazgos y los fracasos. Hay días que agotas caminos y otros que abres brechitas por dónde seguir. Cuando  he acabado el proyecto, habría seguido pintando más, los últimos tienen más color en el fondo y me habría gustado seguir por ahí.

Por último  me gustaría hablar del posible portador de estos objetos. Creo que se ejerce mayor libertad cuando no se está sujeto a la imposición de la moda, cuando puedes elegir entre muchos y además no puede haber nadie que haya elegido lo mismo, cuando puedes participar del proceso creando tu propia combinación. Aunque sean objetos de uso, pueden satisfacer el deseo que las personas tenemos de superar la estandarización. Los objetos de este proyecto semiartesanal, no  fueron creados para el uso de todos, sino para el uso de cada cual.”

Como complemento de la instalación, se proyecta un vídeo “invita a detenerse en los detalles, ya que las individualidades de cada pieza quedaron difuminadas en el conjunto.”

Raquel Sanz, 2015

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