En el mundo de la cerámica es habitual oír peticiones de apoyo, respeto y valoración del trabajo de los ceramistas, pero es necesario ampliar eso a todos los que trabajamos por la promoción y difusión
En ocasiones vemos en las redes sociales mensajes, más o menos ingeniosos, que piden el respeto y reconocimiento por la labor de los artesanos, músicos o artistas en general. Evidentemente es necesario y lógico que, dado el carácter cultural de la actividad, exista una forma de protección o ayuda desde la administración, así como la valoración del público en general.
Pero al mismo tiempo, y especialmente en el espacio de esas mismas redes sociales, a menudo se puede constatar que no todo el mundo tiene esa misma forma de entender el reconocimiento al trabajo. Y es que ese reconocimiento debe ser multidireccional,. No solo al ceramista se le debe ese respeto, también el fotógrafo que realiza las fotos de las piezas, quien escribe un texto o promociona un evento. Con más razón quien publica un libro o un catálogo, arriesgando su dinero para promocionar la cultura, y que más a menudo de lo deseable ve como se comparte y piratea su trabajo, con un dudoso e ignorante espíritu de colaboración.
Tanto la obra de cerámica como la difusión de la misma se hace, la mayoría de las veces, sin un retorno económico, y por eso es necesario que exista cooperación entre los diferentes agentes que trabajamos con un mismo objetivo, que no es otro que la promoción de la cerámica.
Del mismo modo que un ceramista debe luchar para que se pague un precio justo por sus cerámicas, también debería entender como objetivo propio el valorar el trabajo de fotógrafos, editores, organizadores de ferias, galeristas o periodistas, entendiendo que todas estas actividades conllevan tantas horas y esfuerzo como el trabajo de taller, y a menudo con menos satisfacción personal que la creación propiamente dicha.
Wladimir Vivas