Patrimonio. Kukuli Velarde

Con motivo de la exposición celebrada el pasado verano en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano de Lima (Perú) se publicó este catálogo que repasa los últimos años en la producción cerámica y pictórica de la artista peruana y residente en Estados Unidos Kukuli Velarde.

Un magnífico catálogo de una una impresionante exposición, celebrada el pasado año en la galería Germán Krüger Espantoso, del Instituto Cultural Peruano Norteamericano, en Lima (Perú). En esta muestra la artista peruana Kukuli Velarde presentó varias de sus facetas creativas: pintura, cerámica, performance e instalación.

Este catálogo nos introduce en la inquietante obra de Kukuli Velarde, con textos de prestigiosos estudiosos, como el crítico y galerista norteamericano Garth Clark, Carlos Runcie Tanaka, Janet Koplos y Colette Copeland, además de los comentarios de la propia artista. Junto a estos textos podemos admirar las grandes fotografías de las obras y de la instalación de las mismas en las diferentes salas.

Kukuli Velarde sigue la línea de artistas latinoamericanas que profundizan en sus raíces y en sus vivencias, desde Frida Kahlo a Ana Mendieta. Como ellas, Velarde muestra con orgullo las contradicciones inherentes a su condición, como mujer, latinoamericana, emigrante. En su pintura, recreaciones de la pintura barroca de la Escuela Cuzqueña, integra su propia imagen, sus propias experiencias, en ocasiones parecen ser metáforas de la propia dualidad de la sociedad peruana, colonial e indígena, anticolonial y excluyente con los indígenas. Al igual que en relación a sus orígenes, también su condición de mujer es retratada con ironía, no exenta de crueldad en ocasiones; también la sexualidad o las experiencias vitales, como la maternidad o el desarraigo.

Las cerámicas, especialmente las de la serie «Saquéame papi», actualizan y personalizan las obras de diferentes culturas y pueblos (Shipibo, Maya, Moche, Nazca, etc), devuelven la vida a unas piezas que llevan siglos encerradas en urnas, a las que se les ha robado el alma y la expresión a cambio de convertirlas en piezas arqueológicas, de museo. El uso de su propio rostro en estas vasijas es una declaración de principios: integra su realidad en la historia de su cultura, como descendiente de indígenas, pero también de los conquistadores; como mujer sexuada en un mundo de represión sexual. Al igual que en la religión católica la herencia judeocristiana parece ensimismarse en la culpa y encontrar la redención en el castigo, a sus personajes se les denomina con las más duras palabras: «salvaje», «lasciva», «pinche», «jodida indeja» o «Chola puteadora», como forma de señalar de forma contundente lo irracional de la injusticia, el racismo o el machismo.

La serie «Corpus» cambia la iconografía indígena por la católica, aunque con la misma mirada ácida, centrándose en la belleza que tiene la permanencia del sincretismo en la religión católica, las fiestas paganas «reutilizadas» como celebraciones de la cristiandad en Europa o la permanencia de lo prehispánico escondido entre los ropajes de los santos: «Mi corpus son identidades prehispánicas que nos miran socarronas bajo su identidad católica, diciéndonos aquí estoy, no me he ido todavía», dice la artista. Esta serie, «Corpus»,  le ha valido hace apenas unas semanas la concesión del Gran Premio en la Bienal Internacional de Cerámica de Gyeonggi (Corea del Sur).

Este catálogo es, en definitiva, un perfecto medio de introducirse en la obra y conocer un poco mejor el pensamiento y propuestas de esta artista, una de las más inquietantes y comprometidas del panorama actual.

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Texto: Wladimir Vivas