El pasado mes de agosto se celebró en la localidad danesa de Tolne la este pequeño congreso o reunión de ceramistas organizado por el ceramista Gregory Hamilton Miller
El tren me deja en un pequeño apeadero, en medio de un magnifico bosque de hayas, que ya empiezan a amarillear, y grandes pinos, entre los que encontraré, en los próximos días, setas, todo tipo de frutos del bosque y, también, esculturas realizadas en madera que parecen vigilar los más profundos parajes. El entorno es perfecto, agosto toca a su fin y, sin duda, es la mejor época del año para hacer una visita a esta pequeña localidad del norte de Dinamarca, que se adivina fría y húmeda el resto del año.
La razón de visitar este recóndito lugar es, como se puede imaginar, la cerámica. De la mano de la cerámica visitamos, en ocasiones, lugares a los que difícilmente habríamos llegado si simplemente hacemos turismo. No he pasado por Copenhagen ni visitado los yacimientos de restos vikingos; al contrario, desde Toledo a Tolne, cambiando radicalmente el paisaje, la vegetación y el idioma (y teniendo, de paso, un adelanto del otoño) como siempre para ver cerámica, para conversar con ceramistas, para conocer la realidad de quienes viven por y para la cerámica en diferentes partes del mundo y, en mi caso, para ofrecer una conferencia sobre el desarrollo de la cerámica en España en los últimos cien años.
Hace unos meses el organizador de este congreso, el ceramista estadounidense Gregory Hamilton, me invitó a participar en ScanCeram, un evento que pretende, simplemente, ser un punto de encuentro entre ceramistas, coleccionistas, galeristas y amantes en general de la cerámica. Sin ambiciones desmesuradas y sin necesidad de grandes medios.
Sin embargo, esto no significa que el programa no sea interesante, ya que tuvimos ocasión de asistir a conferencias de Nelly Gaskin (Dinamarca), que habló sobre el Festival de Cerámica de Skaelkor; Kay Aplin (Reino Unido), “Cerámica arquitectónica y la Ceramic House“, el pequeño centro cerámico que dirige; Annika Svensson (Suecia), que compartió sus experiencias durante el trascurso de una residencia artística en Japón; Pia Wirnfeldt (Dinamarca), que desarrolló las actividades del “CLAY Museum”; Emre Aydos (Turquía), que comentó el momento actual de la cerámica en su país, y, por último, quien esto escribe, que trató de condensar en 40 minutos la historia de las últimas décadas de la cerámica en España.
Pero esto no fue todo, también hubo un taller práctico en el que ensuciarse las manos, con la cerámica de hechura manual y cocción “pit firing” de la mano del norteamericano Jimmy Clark, que contó con la ayuda de la alemana Imke Splittgerber.
Tanto los presentadores como los participantes tuvimos la oportunidad de exponer nuestras piezas, folletos o publicaciones, incluso los participantes se pudieron apuntar de forma improvisada a una sesión “Pechakucha”, que no es otra cosa que presentaciones rápidas, de unos diez minutos cada una, en las que, básicamente, se comentan un grupo de fotos.
También tuvo lugar una subasta silenciosa y, al día siguiente, una tradicional, en las que se pudieron adquirir piezas a precios realmente muy asequibles. Las piezas fueron donadas por participantes de esta y anteriores ediciones de ScanCeram, con el objetivo de recaudar fondos que permitan la continuidad.
La mayoría de los participantes fueron daneses y de los países escandinavos, lo que me permitió tener una idea de la situación actual de la cerámica en aquel país. Y lo cierto es que quizá deberíamos superar el pesimismo que en ocasiones tenemos cuando hablamos de la cerámica en España. Aún teniendo en cuenta la diferencia de población (menos de seis millones de habitantes), al hablar con los ceramistas profesionales la impresión es que en Dinamarca también es difícil ganarse la vida con la cerámica.
Como cada vez que visito algún evento de este tipo debo insistir en la utilidad, casi diría que necesidad, de salir de nuestros talleres y asistir a reuniones o congresos, donde podemos conocer otras visiones, ideas y formas de trabajo, además de hacer contactos profesionales y, en fin, sobre todo para los ceramistas jóvenes, abrir la mente más allá de Instagram.
Sin duda ScanCeram cumplió estos objetivos, además de sumergirnos en el mundo del Smørre Brød (algo así como pintxos daneses), que también se agradece.
Más información en www.scanceram.com
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Infocerámica agradece a la organización de Scanceram 2018 y a los asistentes al evento la ayuda prestada para la publicación de este artículo.