Con motivo de la exposición retrospectiva celebrada como homenaje al ceramista británico Emmanuel Cooper, fallecido el pasado año, se publicó este catálogo razonado de la muestra, que se convierte de este modo en un acercamiento a la obra en cerámica y al trabajo de divulgación de este personaje vital en la historia de la cerámica contemporánea.
En tiempos en que parece que, al menos en España, no conseguimos librarnos de la lacra del secretismo, una figura como la de Emmanuel Copoper parece agrandarse, ya que, además de ser un magnífico ceramista, cuya obra es reconocida internacionalmente (aunque quizá no lo suficiente), en su trayectoria profesional y vital encontramos una pasión por transmitir conocimientos, experiencias y vivencias; no en vano uno de los ensayos que componen este homenaje utiliza en su título una cita del Walter Benjamin: «To live is to Leave Traces» («Vivir es dejar huellas»).
Esta cita, aplicada a Cooper puede parecer que supusiera un ejercicio de vanidad: pretender dejar huella para ser recordado; sin embargo, como nos muestran algunos de sus amigos, alumnos y compañeros de trabajos y proyectos que escriben este catálogo, nada más lejos del carácter de Emmanuel Cooper. Su compromiso no era con las huellas que se asociaran a su recuerdo, sino con el camino que abriera para otros ceramistas.
Y estos caminos los abrió mediante la escritura de libros, recetarios de esmaltes, biografías y miles de artículos sobre cerámica (y también sobre otros temas culturales y sociales), mediante la fundación y dirección de una de las mejores revistas de cerámica del mundo, la británica Ceramic Review, mediante la enseñanza, el comisariado de exposiciones y colecciones públicas y privadas y un sinfín de actividades.
Este libro nos revela un hombre con una exquisita cultura y una profunda generosidad que, aunque estuvo inmerso en los círculos de la alta cultura británica, no desarrolló el más mínimo signo de narcisismo. Frente a quienes se les llena la boca de la palabra «artista», Emmanuel Cooper no tenía dudas: «Generalmente si alguien me dice ¿a qué te dedicas?, yo respondo «soy ceramista». Nunca diría «soy un artista cerámico». Si quiera decir que soy un artista, lo diría, sin clasificarme. Debería decir entonces que soy un artista que trabaja cerámica, pero al final simplemente digo «soy ceramista». (Esta frase es más clarificadora en inglés, ya que Cooper utiliza la palabra «potter», que, aunque la traduzcamos como «cerámista», tiene un significado más en relación al hecho de hacer vasijas, aunque sin las referencias que en castellano puede tener la palabra «alfarería», más en relación con la tradición popular).
Cooper era una persona de fuerte personalidad, y eso, como no podía ser de otra manera, se evidenciaba en su obra: sus cerámicas podían gustar o no gustar, pero no dejan indiferente. Su gusto por los esmaltes al límite, tanto técnico como estético, el uso de esmaltes «cráter», que en ocasiones fundía hasta el límite, sus mezclas de diferentes esmaltes en la misma pieza, sus colores (especialmente sus queridos esmaltes amarillos) o su inclusión de colores chillones y detalles dorados; y sus formas, que iban de los exquisitos cuencos, deudores de su admirada Lucie Rie, a las contundentes jarras, que en ocasiones perdían casi su funcionalidad.
Aunque este libro, al ser el catálogo de exposición, se centra lógicamente en la actividad de Cooper en el mundo de la cerámica, es muy destacable y necesario para comprender la complejidad de su trayectoria conocer que, aunque parezca toda su vida giraba en torno a la cerámica, Emmanuel Cooper tuvo otra actividad que probablemente pondría en plano de igualdad, y fue su activismo en defensa de los derechos civiles de los gais, fue fundador del colectivo «Gay Left», un colectivo de homosexuales de pensamiento marxista que publicó durante años una revista del mismo nombre. Como intelectual escribió numerosos ensayos y presentaciones sobre la cultura LGBT, en donde, al igual que en la cerámica, también destacó por su entrega y por su afán de comunicación y trabajo por quienes le rodeaban.
En definitiva, un merecido homenaje a un gran hombre y a un gran «potter», a la espera de la publicación de una biografía que profundice en una personalidad que sin duda se ira agrandando en la medida en que se conozca y se valore su trabajo y su legado. Volviendo a la cita de Walter Benjamin a la que hacíamos referencia más arriba, sin duda Emmanuel Cooper vivió intensamente, y su vida deja una huella indeleble.
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